Muchos no lo notan, pero tu mente y tu cuerpo si. Sin duda es una ardua tarea la de buscar nuestro sitio en el mundo y eso que dicen que si buscas, encuentras. Es muy fácil decirlo, pero no tanto conseguirlo. Luchas con todas tus fuerzas, pensando en la satisfacción y alegrías que conseguirás con ello, pero cuando pasas un tiempo largo y tedioso sin encontrar ni el mínimo indicio tu objetivo, todo esto quema, repercute negativamente en tu mente y en tu autoestima..
Poca ayuda puedes encontrar en tu entorno, por no decir nada. Solo uno mismo puede reactivar esas ganas y cambiar el mundo, cambiar la situación que nos encontremos de cara.
Es difícil potenciar esa empatía por parte del resto de personas, o al menos de las personas que nos importan o interesan. No suele ser habitual la reciprocidad de sentimientos, de sensaciones y de pensamientos. Es duro ver como esa persona a la que te has propuesto aspirar tiene ciertos factores y condicionantes que a rodean, impidiendo que la conozcas o incluso que puedas mantener una simple conversación.
Es duro pero es una rutina monótona repetitiva que ya es como el pan de cada día. Llegar, comer, masticar, tragar y seguir.
Interiormente tratas de no exteriorizarlo, no por nada, sino porque a veces esa exteriorización te recuerda día a día ese pensamiento de suplicio y desanimo. Un pensamiento que inunda tu mente y ahoga tus esperanzas y sueños. Sueños que por muchas cosas que ocurran o por muchos sentimientos contradictorios que existan, deben predominar en nuestro pensamiento.
Yo digo que no es bueno pensar y luego pienso demasiado. Todo se convierte en una actividad mental contraproducente que nos manda al principio de nuevo.
Existen momentos en los que tratas de luchar y te apalean , pero cuando dejas de luchar te derrotan desde dentro. Sabes que no debes bajar los brazos, pero no sabes donde encontrar ese combustible infinito que haga que tu corazón nunca deje de latir y de sentir, un anticongelante que impida que se hiele.
Solo queda seguir luchando contra el mundo, demostrándole nuestro valor y consistencia, esperando que la luz ilumine la oscuridad.
